Subhuti era uno de los discípulos de Buda. Él llegó a comprender la potencia del vacío, la realidad de que nada existe sino en una relación de subjetividad y objetividad.
Un día, cuando Subhuti estaba sentado bajo un árbol en un estado de sublime vacío, empezaron a llover flores a su alrededor.
«Te alabamos por tu discurso sobre el vacío», le susurraron los dioses.
«Pero yo no he hablado del vacío», dijo Subhuti.
«No has hablado del vacío, no hemos oído el vacío», respondieron los dioses.
«Esto es verdadero vacío». Y llovieron flores sobre Subhuti.
Osho comenta algunas de estas historias zen desvelando su significado más profundo. En sus comentarios, Osho no sólo explica el pensamiento zen, sino que, además, lo integra con diversas vertientes del pensamiento oriental y occidental en una extraordinaria síntesis que tanto le caracteriza y que constituye su peculiar visión: global, atemporal y pícaramente iconoclasta.
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